Ciudad de Guatemala, abril de 2007/ Viene a mi memoria una festividad en particular, creo que era de la Virgen de Concepción, después de una misa en la que un paracaídas sirvió de cúpula a la incipiente iglesia, hubo toda clase de distracciones para quienes de cerca o de más lejos habían acudido entusiasmados por los eventos anunciados. El gran poeta de la guitarra y cantautor del paisaje José Ernesto Monzón compuso para la ocasión una hermosa canción en la que anunciaba el día soleado, la venta de chuchitos y elotes, tamales y chiles rellenos, juegos para grandes y niños y también guardo en la memoria las demostraciones de destreza física de un buen amigo de la familia, Felipe, El Gato, Enríquez, que pasaba con agilidad de un trapecio a las argollas y viceversa, hacía “dominadas” y sorprendía a todos, imagino que especialmente a nosotros, los chicos, con sus rápidos y seguros movimientos que incluían vueltas en el aire. Junto con otros aposté varios de los tickets que me habían dado mis papás a que el conejo iba a entrar en la casita que yo tenía a mis pies, pero nunca tuve suerte y perdí como cinco veces los dos centavos de cada intento. En total diez centavos, ¡una fortuna entonces para cualquier chico! Por esa época había una persona que entonces y después durante toda su vida se dedicó incansablemente al apostolado, la señorita Francisca Meda Latín, más tarde de Ordóñez, que venía cada semana a dar catequesis, trayendo a veces a otra colaboradora y haciendo gran labor. Programa Barrio Querido | Dra. en Letras Frieda Liliana Morales Barco | |