Fuentes, calles y monumentos | ||||||
Homenaje a Henri Dunant | ||||||
Prensa Libre, 11 de mayo de 1979. p. 73-74. | ||||||
Ciudad de Guatemala, mayo de 2010/Con el mayor gusto y honra, cumplo la grata misión que la Benemérita Cruz Roja Guatemalteca me ha encomendado, para llevar la palabra en este acto, que es modesto en su prestancia pero de alto contenido moral, por el que venimos a rendir tributo, justo y sincero, al gran humanitario Juan Enrique Dunant (mundialmente conocido por Henri Dunant), ciudadano suizo, nacido en 1828 quien dejó de existir en el año de 1910; a él debemos la existencia de la Cruz Roja.
“Sean nuestras primeras palabras para agradecer a las autoridades municipales de Guatemala, su entusiasta colaboración para poder colocar en este sitio de honor, el busto de nuestro personaje y reiterar nuestros agradecimientos a nuestro compañero de Consejo, Dr. Mario Zebadúa por su feliz iniciativa de trasladar a este boulevard, la efigie del inolvidable Henri Dunant, la cual dicho sea de paso, fue tomada por unanimidad de votos y con fervorosa devoción por el Consejo Directivo de la Cruz Roja Guatemalteca”.
“Aún cuando es bien conocida la historia de los motivos que inspiraron al señor Dunant para concebir la entidad rectora del alivio a los sufrimientos de la humanidad, siempre es oportuno recordar, aunque sea brevísimamente, esta gran historia, porque de ella se deriva la existencia de una entidad que funciona a nivel internacional, esparciendo el bien ante las luchas de los hombres, ante los fenómenos de la naturaleza y también ante la adversidad y el sufrimiento de los desvalidos.”
“Sabemos que desde remotos tiempos el hombre se ha debatido en luchas por el goce del poder, político, económico y social, desencadenando guerras que han asolado a la humanidad y esas cruentas acciones, muchas veces originadas sin explicación ninguna, dieron oportunidad al señor Dunant para pensar en alguna acción, que dentro de lo inexplicable de su origen, permitiera mitigar el dolor y el sufrimiento; así fue como en el año 1859, en la batalla de Solferino, librada en los campos de Mantua, Italia, entre franceses y austriacos, donde aquéllos fueron vencedores, y en la que nuestro personaje tomó parte, nació esa brillante idea de auxiliar al herido o al moribundo, para mitigar hasta donde fuera posible el sufrimiento, ayudando a los heridos y dando sepultura a los caídos”.
“La idea fue bien acogida en el mundo, pero la lucha pro la implantación de los humanitarios servicios fue larga, porque hasta el 22 de agosto de 1864, al firmarse la Convención de Ginebra en Suiza, quedó fundada la Cruz Roja. Dunant fue un verdadero peregrino que en su constante acción lo llevó a visitar muchos países luchando, como comúnmente se dice, a brazo partido, hasta lograr formar una comunidad internacional de auxilio al desvalido, tanto en tiempo de guerra como en el de paz, y que hoy en día es orgullo de la humanidad, de la cual forman parte a través de tratados internacionales, no sólo nuestra Guatemala querida, sino casi todos los países del mundo. Su acción humanitaria ha sido mundialmente reconocida y en 1901 fue distinguido con el Premio Nobel de la Paz”.
“–El homenaje a Henri Dunant se ha hecho en muchos países y la Cruz Roja Guatemalteca también lo hizo en otra ocasión, erigiendo el busto que ante vosotros va a ser descubierto, pero infortunadamente a aquel primario homenaje no se le dio la atención que nosotros creemos merece y aunque este mismo busto fue colocado en el estadio municipal de la zona 3 de esta capital, consideramos que aquel sitio no era el adecuado; por ello con la cooperación del actual Concejo Municipal y de su Alcalde, logramos e concediera este lugar donde indudablemente estará mejor, y a la altura de la distinción que corresponde a quien fuera tan ilustre personaje”.
“–Hemos invitado especialmente para este acto, a la niñez y juventud guatemaltecas, porque creemos que es muy importante hacer conciencia en sus juveniles almas para desarrollar sus nobles sentimientos humanitarios, a cuyo servicio instamos con la mayor franqueza porque creemos que en la juventud de cifran las esperanzas de la humanidad; así, pues, nuestros queridos amigos, confiamos en que sus esfuerzos en pro del bien hacia nuestros semejantes han de seguir el noble sendero del inolvidable Henry Dunant. Viva la juventud. Henry Dunant como pionero del auxilio al desvalido vivirá siempre en la conciencia de todo buen ciudadano, y al exaltar el más puro recuerdo a su memoria confiamos en que desde el Alto Infinito su espíritu continuará velando por aliviar el sufrimiento”. | ||||||